La soledad como maestra

22 junio 2025

Durante gran parte de mi vida, me resistí a la soledad. La temía, la rechazaba, la envolvía en excusas y justificaciones. A veces me sentía sola incluso estando rodeada de personas, y otras veces me aferraba a vínculos que ya no tenían vida, solo para no enfrentarme a ella.
Pasé muchas etapas de soledad, pero por dentro nunca la comprendía del todo. La sentía como una especie de castigo, como un error en mi camino, como algo que “no debía estar sucediendo”.

Sin embargo, en los últimos años, la vida con esa sabiduría que a veces duele, me puso frente a la soledad de forma directa, inevitable, rotunda. No hubo escapatoria, no hubo distracciones. Simplemente, llegó… y se quedó.

Y hoy puedo decir, con absoluta certeza, que ha sido uno de los regalos más hermosos que he recibido.

¿Por qué? Porque por fin, sin ruidos, sin reflejos ajenos, sin tener que explicarme o sostener a otros… me encontré conmigo. Me vi sin máscaras, sin disfraces, sin personajes. Y en ese encuentro, descubrí algo que jamás imaginé: yo era mucho más de lo que creía.

Aprendí a escucharme, a sostenerme, a abrazarme en mis luces y en mis sombras. No solo me quise más: me amé profundamente. Descubrí que podía ser mi propia compañía, y no una compañía cualquiera. Sino una presencia serena, fuerte, amorosa… capaz de regalarme los momentos más auténticos de paz y armonía.

La soledad dejó de ser una amenaza, se convirtió en mi templo, un espacio sagrado donde la vida me enseñó quien soy.
Aprendí también que extrañar no siempre es amor…

A veces es apego, nostalgia, miedo al vacío. Y comprender eso no me volvió fría, al contrario: me hizo más libre.

Hoy la soledad y yo nos miramos con respeto. Nos conocemos, nos honramos, y sé que incluso estando acompañada, mi hogar seguiré siendo yo.

“Hay una soledad que no duele, una soledad que cura, que ordena, que muestra. Es la soledad que no te deja vacía, sino completa”

*Mensaje para quien me lee
“A veces lo que más tememos es justo lo que más necesitamos para despertar. Si estás atravesando un momento de soledad, no huyas. NO te distraigas, no llenes ese espacio con ruido. Míralo, escúchalo, habítalo.”